Una vez mas se perdió a si misma.
Había cambiado tantas veces que ya ni sabía quien era. Ya no sabia cual era su piel, cuales eran sus ojos. Ya no sabia nada.
Pasaban las horas y los días y se encontraba en una espiral y no encontraba la salida, tampoco sabía como había entrado allí.
Por perder había perdido hasta la esperanza. ¿Y que quedaba?
Quería gritar y pedir ayuda, pero por perder había perdido hasta la voz.
Quería llorar, pero por perder había perdido hasta las lágrimas, hasta la tristeza. ¿Y que quedaba?
Lia
domingo, 28 de febrero de 2016
sábado, 29 de agosto de 2015
Eterna tristeza
Está por todas partes. Aquel sentimiento de emociones encontradas en tardes de primavera. Está en las personas que ajenas a las vidas de los demás caminan por las aceras de la ciudad, está en las luces de las casas en las noches sin luna, esas noches que no son del todo noches, está en los niños que juegan en el parque soñando a ser mayores.
Está en el cielo, en el aire, en la luz y en la oscuridad. Está en lo mas profundo de los corazones y en los rincones mas escondidos de las mentes.
La tristeza está presente en todos los lugares. Guardiana de las almas perdidas, vieja amiga de la melancolía y eterna enemiga de la felicidad.
Aparece en las tardes grises pero también en los días mas brillantes. Extiende las alas cubriendo todo, y te acuna entre sus brazos hasta que la oscuridad vence a la luz.
Está por todas partes y es fácil reconocerla con su larga capa y su sonrisa rota. Evítala, escóndete, corre, huye pero te encontrará. Conoce todos los lugares del universo, conoce todos los secretos y las historias de todas las personas. Conoce tus secretos y tus historias mejor que tu mismo.
Es difícil de olvidar. Siempre está presente, tal vez solo en forma de recuerdo, tal vez lo sientas al respirar o tal vez pienses que se ha ido. Pero está ahí.
Eterna tristeza en noches sin luna o en tardes grises. Eterna tristeza de sonrisa rota y exótica belleza. Y siempre la misma pregunta en forma de carta que deja al irse: ¿Cuando nos volveremos a ver?
Lia.
miércoles, 8 de julio de 2015
Ruina y espina en noches azules.
Su corazón de cristal se rompió en mil pedazos. Y con su corazón toda ella se rompió. Llevaba tanto tiempo pretendiendo ser un cactus que había terminado pinchándose con sus propias espinas, y aquello fue su ruina. La muralla cayó, ya no había nada que proteger
Y ya no bailaba ni tan si quiera con el viento. Y sólo hablaba con las estrellas. Tal vez ni siquiera existía ya. Pues sin un corazón, aunque sea de cristal, no puedes vivir.
Su mirada ocultaba historias sin final. Antes solía acabarlas, buscaba un final feliz. Ahora quedaban guardadas en lo más hondo de su ser.
Solía buscar la luna en las noches de tormenta, pero ¿como iba a buscar a la luna si no se encontraba a si misma?
Lo peor de todo había sido perderse a si misma y la esperanza.
La esperanza en volver a sentir, a volver a bailar y a hablar con alguien que no fuesen las estrellas o el viento. La esperanza en volver a ser feliz.
Soñaba cada noche con encontrarse. Iba a ser un reencuentro inesperado en noche azul. Pero todo eran sueños.
Lía.
Y ya no bailaba ni tan si quiera con el viento. Y sólo hablaba con las estrellas. Tal vez ni siquiera existía ya. Pues sin un corazón, aunque sea de cristal, no puedes vivir.
Su mirada ocultaba historias sin final. Antes solía acabarlas, buscaba un final feliz. Ahora quedaban guardadas en lo más hondo de su ser.
Solía buscar la luna en las noches de tormenta, pero ¿como iba a buscar a la luna si no se encontraba a si misma?
Lo peor de todo había sido perderse a si misma y la esperanza.
La esperanza en volver a sentir, a volver a bailar y a hablar con alguien que no fuesen las estrellas o el viento. La esperanza en volver a ser feliz.
Soñaba cada noche con encontrarse. Iba a ser un reencuentro inesperado en noche azul. Pero todo eran sueños.
Lía.
viernes, 26 de junio de 2015
Sueños.
La luz que entraba por la ventanas, abiertas de par en par, hacía que todo pareciese como sacado de un sueño. Incorpóreo, etéreo e incluso efímero.
Nada parecía real, ni los muebles, ni las fotos, ni las personas, ni siquiera los recuerdos. Recuerdos manchados de odio y de la tinta con la que fue escrito el pasado. Nada parecía real, pero lo era, muy a su pesar.
No podía borrar lo que ya estaba hecho, deshacer los errores no era algo que estuviese en su mano. no tenia una llave o una máquina que le permitiese viajar en el tiempo, si lo tuviese no dudaría en usarla para arreglar las cosas.
No se trataba de un simple corazón roto, o de unas promesas olvidadas. Tampoco era algo sobre lo que pudieses hablar, llorar sobre ello y mas tarde olvidarlo y sentirte mejor. Era mas complicado que todo eso, y a la vez mucho mas sencillo.
Pero se sentía como atrapada en un tornado, uno muy grande y peligroso, y que además estaba hecho de sus propios pensamientos.
Esos pensamientos que la atormentaban por las noches e incluso por el día. Que repetian una y otra vez sus mayores miedos. Que la decían que era la culpable. Y así se sentía.
No era mas que una chica que no pertenecía a ninguna parte porque estaba rota en demasiado pedazos. Pedazos que no encajaban entre sí. Solitaria por miedo a ser rechazada. Soñadora, porque pensaba que el mundo de los sueños era lo único que le quedaba, el único lugar donde ni ella misma se juzgaba.
Cada parte ella misma pedía a gritos ser rescatada, pero nadie oía sus suplicas. Se ahogaba, pero ni ella misma lo sabía.
¿Y si pensaba que no quedaba nada mas en el mundo por lo que vivir? Tal vez solo quería vivir para siempre en el mundo de los sueños, perderse allí. Y tal vez no volver.
Lía
domingo, 31 de mayo de 2015
El silencio era la única respuesta. El silencio llevaba acompañándola tanto tiempo que el sonido de las voces parecían el eco del pasado intentando surrurarle al futuro que no fuese tan ingenuo como el presente.
Era otro viaje en tren con la única compañía de una viaja polaroid del 89, que podría contar mas historias que todos los pasajeros de aquel desolado vagón, y un cuaderno de tapas de cuero al que no le quedaban suficientes páginas en blanco para ser ocupadas por historias inventadas en viajes sin destino. Aquellos momentos a solas rodeada de desconocidos la hacían sentir como en casa, y es que tal vez su lugar no estuviese en ningún lugar.
Escribía con el propósito de sentirse en otros lugares, en sitios mejores. Con otras personas, con personas mejores. Había días que se sentía vacía y otros era la persona mas feliz del mundo. Leía para sumergirse en mundos desconocidos en los que todo era posible.
Le gustaba ver como entraba la luz del sol a través de las persianas medio cerradas. Y le gustaba observar las nubes y como se movían tan rápido, ójala ella pudiese moverse a esa velocidad.
Disfrutaba escuchando mil veces la misma canción, una y otra vez hasta que se aprendía las letras de memoria.
Soñaba con otras épocas, con historias inventadas, con otros lugares, con otras personas, con otros mundos, con el sol y con la luna y con las nubes y con las estrellas, y con canciones de melodías inconexas. Tan inconexas como ella que no sabia ni como era. Una chica inconexa con sueños inconexos, historias inconexas que dejaba a la mitad porque se encariñaba de sus personajes y no los queria abandonar. Ella misma se sentía como una melodía que aún no se había convertido en una canción.
Lía. Antes Celandine, y creedme ha sido muy difícil decirle adiós a Celandine pero ya era hora de avanzar.
miércoles, 25 de junio de 2014
Cartas, notas y otras despedidas.
Respira. Aunque no quieras, respira. Toma aire, suéltalo.
Pestañea. Abre y cierra los ojos, tan solo para ver como cambia el mundo.
El mundo cambia a cada segundo que pasa, aunque no nos gusta reconocerlo. No nos gustan los cambios, nos asustan.
A mi me asustabas tu, y me cambiaste. No fue nada, tan solo un segundo, pero ya nada era igual. Cada palabra que decías me iba transformando lentamente.
Un hola tuyo me convertían en una persona completamente diferente.
Siempre me dijeron que los cambios son buenos. ¿Lo fuiste tu? Si, definitivamente, si.
Me hiciste ver que por muchas desgracias que nos ocurran siempre habrá algo bueno y que siempre hay que sonreir.
Fue bonito mientras duró y por eso te doy las gracias. Gracias por hacerme vivir un cuento de hadas.
+
La nota reposaba sobre la repisa de la chimenea. Todo en las últimas semanas había sido muy precipitado. Desde aquel día en el parque hasta esa carta. Esa carta inesperada que sabía que llegaría, ella era un alma libre y lo sabía desde el primer momento en que la vio.
Pero no pensó en un final tan repentino. Tan ligero, tan extraño. Ni un adios. Tan solo una carta, una nota. Ni un abrazo, ni un beso, ni una última mirada. Unas gracias y un papel con su olor.
Ella era un misterio, su gran misterio. Un misterio sin resolver que te da que pensar en noches de luna llena, un misterio que te quita el hambre y las ganas de vivir. Pero que a pesar de todo no quieres resolver porque si lo resuelves ya no te queda nada. Ella se había ido pero el misterio seguía ahí.
No estaba mal, no la iba a echar de menos. En realidad si, se dijo sentándose con la espalda apoyada en la pared. La iba a echar mucho de menos pero no la podía hacer volver, no podía atarla a él. Ella no sería feliz y solo quería que ella fuera feliz.
Un cuento de hadas... eso decía la cara. Y vivieron felices y comieron perdices, pero quien dijo que juntos. Desde luego ese no era el final que el esperaba para un cuento y menos uno de princesas y príncipes, aunque bien mirado ni ella era una princesa ni el un príncipe.
Pero el también la quería dar las gracias por hacerle soñar por primera vez desde que tenía uso de razón. Nunca nadie le había hecho creer de esa forma en la magia o en el amor que vienen a ser lo mismo.
Cogió la carta con cuidado y por la parte de atrás escribió:
Gracias a ti también. Espero volver a verte, tal vez en otro lugar o en otra época, pero espero que nos volvamos a encontrar. Y se que lo haremos. Tu también me has cambiado. He evolucionado gracias a ti.
x
Celandine.
sábado, 7 de junio de 2014
Una cama, un pensamiento. Olvidar.
Las sabanas arrugadas. La ventana medio abierta dejando entrar los susurros de la noche. Sombras que se cuelan. Luces lejanas.
Suena una canción. La reconozco de haberla oído en todas partes, la oí por primera vez contigo.
Es realmente extraño como asociamos pequeñas cosas de la vida con personas. Y es realmente extraño como yo lo asocio todo a ti.
Hace ya mas de un año que te fuiste, pero sigo recordando cada segundo que pasamos juntos y cada eternidad que pasamos separados.
Te he visto por la calle, pareces feliz. Tu no me has visto (o al menos eso espero).
Hace tiempo te vi con una chica. No era como yo. Siempre pensé que de volver a salir con alguien lo harías con alguien frágil como yo, alguien a quien le pudieras romper el corazón como a un vaso de cristal. Me equivoque, como siempre hice contigo. Desde el principio estuve equivocada.
Ya no estas, y ya no estoy. Pero me quede atrapada en el bucle de las 00.00 de la noche.
00:00 octubre. Dan.
Una cama, un pensamiento. Olvidar.
La noche ha inundado la habitación, igual que la oscuridad inundó tu vida cuando me fui. Eso es lo que deseo. Suena egoísta lo se, pero lo último que quiero es que hayas rehecho tu vida. Irme fue un error y no volver fue uno aun mas grande.
Imagino que me odiarás igual que me odio yo. Me fui y no dije adios. Me fui antes de que volvieras porque sabía que si te miraba a esos enormes ojos marrones no tendría el valor de irme.
Si analizo aquel día (y todos los anteriores) me doy cuenta de que no tenia motivos para irme, me querías y te quería. Pero a veces unas palabras pueden hacerte ver las cosas como no son. Sus palabras hicieron ese efecto sobre mi. Aquella chica, tan distinta a ti, tan abierta, tan segura, aun la sigo viendo o mas bien ella me ve a mi. Yo ya no puedo ver nada igual a como lo veía cuando tu estabas aquí.
Ya no estas, y ya no estoy. Me fui y te quedaste. Me fui pero sigo allí. Ahora cada noche me quedo atrapado en un bucle a las 00:00 de la noche.
1:00 octubre. Sue.
Una cama, un pensamiento. Perdonarte.
Quiero poder perdonarte, quiero poder creer que tuviste un motivo para irte. Quiero poder pensar que no fue culpa mía, y que tampoco fue culpa tuya.
Quiero perdonarte todo lo que me has hecho.
Recuerdo aquel día, llegar a casa, sonriendo. Entrar en el salón esperando verte sentado junto a la ventana leyendo. No estabas. Correr a la cocina, tampoco estabas allí. Ni en la habitación, ni en el baño, ni en la terraza. No estabas. Lo siguiente que hice fue sentarme a esperar. Podías haber salido a comprar algo. Me acurruqué en el sofá y espere. Y esperé. A las 0:00 dejé de esperar. Busqué por toda la casa algo, una nota lo que fuera. No había nada. Tu ropa no estaba, ni tus libros, ni tu ordenador. Te llamé una vez, no lo cogiste, lo volví a intentar y nada. Habías desaparecido. Pense en llamar a la policia denunciar tu desaparición, que te encontraran.
Horas después comprendí que no habías desaparecido, que te habías ido. Que algo había hecho mal, que algo habíamos hecho mal.
Pero te perdono Dan. Hoy no, pero algún día lo haré.
1:00 octubre. Dan.
Una cama, un pensamiento. Perdonarme.
Quiero perdonarme por hacerte daño. Se que te lo hice. Estaba allí mientras tu te volvías loca buscándome, estaba escondido mirando. No tuve el valor de volver a entrar.
Me fui cuando te diste cuenta de que no volvería. Te cambió la expresión pasó de ser la de preocupación a la de odio.
Me fui sin rumbo. No dormí en toda la noche. No recuerdo que pasó luego. Pero estaba ella allí, no tu, ella.
He cometido errores pero Sue te sigo queriendo.
No me perdono por lo que he hecho, y dudo mucho hacerlo algún día.
Celandine.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)