sábado, 29 de agosto de 2015

Eterna tristeza


Está por todas partes. Aquel sentimiento de emociones encontradas en tardes de primavera. Está en las personas que ajenas a las vidas de los demás caminan por las aceras de la ciudad, está en las luces de las casas en las noches sin luna, esas noches que no son del todo noches, está en los niños que juegan en el parque soñando a ser mayores.
Está en el cielo, en el aire, en la luz y en la oscuridad. Está en lo mas profundo de los corazones y en los rincones mas escondidos de las mentes.
La tristeza está presente en todos los lugares. Guardiana de las almas perdidas, vieja amiga de la melancolía y eterna enemiga de la felicidad.
Aparece en las tardes grises pero también en los días mas brillantes. Extiende las alas cubriendo todo, y te acuna entre sus brazos hasta que la oscuridad vence a la luz.
Está por todas partes y es fácil reconocerla con su larga capa y su sonrisa rota. Evítala, escóndete, corre, huye pero te encontrará.  Conoce todos los lugares del universo, conoce todos los secretos y las historias de todas las personas. Conoce tus secretos y tus historias mejor que tu mismo.
Es difícil de olvidar. Siempre está presente, tal vez solo en forma de recuerdo, tal vez lo sientas al respirar o tal vez pienses que se ha ido. Pero está ahí.
Eterna tristeza en noches sin luna o en tardes grises. Eterna tristeza de sonrisa rota y exótica belleza. Y siempre la misma pregunta en forma de carta que deja al irse: ¿Cuando nos volveremos a ver? 



Lia.

miércoles, 8 de julio de 2015

Ruina y espina en noches azules.

Su corazón de cristal se rompió en mil pedazos. Y con su corazón toda ella se rompió. Llevaba tanto tiempo pretendiendo ser un cactus que había terminado pinchándose con sus propias espinas, y aquello fue su ruina. La muralla cayó, ya no había nada que proteger
Y ya no bailaba ni tan si quiera con el viento. Y sólo hablaba con las estrellas. Tal vez ni siquiera existía ya. Pues sin un corazón, aunque sea de cristal, no puedes vivir.
Su mirada ocultaba historias sin final. Antes solía acabarlas, buscaba un final feliz. Ahora quedaban guardadas en lo más hondo de su ser.
 Solía buscar la luna en las noches de tormenta, pero ¿como iba a buscar a la luna si no se encontraba a si misma?
Lo peor de todo había sido perderse a si misma y la esperanza.
 La esperanza en volver a sentir, a volver a bailar y a hablar con alguien que no fuesen las estrellas o el viento. La esperanza en volver a ser feliz.
Soñaba cada noche con encontrarse. Iba a ser un reencuentro inesperado en noche azul. Pero todo eran sueños.

Lía.

viernes, 26 de junio de 2015

Sueños.


La luz que entraba por la ventanas, abiertas de par en par, hacía que todo pareciese como sacado de un sueño. Incorpóreo, etéreo e incluso efímero.
Nada parecía real, ni los muebles, ni las fotos, ni las personas, ni siquiera los recuerdos. Recuerdos manchados de odio y de la tinta con la que fue escrito el pasado. Nada parecía real, pero lo era, muy a su pesar.
No podía borrar lo que ya estaba hecho, deshacer los errores no era algo que estuviese en su mano. no tenia una llave o una máquina que le permitiese viajar en el tiempo, si lo tuviese no dudaría en usarla para arreglar las cosas.
No se trataba de un simple corazón roto, o de unas promesas olvidadas. Tampoco era algo sobre lo que pudieses hablar, llorar sobre ello y mas tarde olvidarlo y sentirte mejor. Era mas complicado que todo eso, y a la vez mucho mas sencillo.
Pero se sentía como atrapada en un tornado, uno muy grande y peligroso, y que además estaba hecho de sus propios pensamientos.
Esos pensamientos que la atormentaban por las noches e incluso por el día. Que repetian una y otra vez sus mayores miedos. Que la decían que era la culpable. Y así se sentía.
No era mas que una chica que no pertenecía a ninguna parte porque estaba rota en demasiado pedazos. Pedazos que no encajaban entre sí. Solitaria por miedo a ser rechazada. Soñadora, porque pensaba que el mundo de los sueños era lo único que le quedaba, el único lugar donde ni ella misma se juzgaba.
Cada parte ella misma pedía a gritos ser rescatada, pero nadie oía sus suplicas. Se ahogaba, pero ni ella misma lo sabía.
¿Y si pensaba que no quedaba nada mas en el mundo por lo que vivir? Tal vez solo quería vivir para siempre en el mundo de los sueños, perderse allí. Y tal vez no volver.



Lía

domingo, 31 de mayo de 2015


El silencio era la única respuesta. El silencio llevaba acompañándola tanto tiempo que el sonido de las voces parecían el eco del pasado intentando surrurarle al futuro que no fuese tan ingenuo como el presente.

Era otro viaje en tren con la única compañía de una viaja polaroid del 89, que podría contar mas historias que todos los pasajeros de aquel desolado vagón, y un cuaderno de tapas de cuero al que no le quedaban suficientes páginas en blanco para ser ocupadas por historias inventadas en viajes sin destino. Aquellos momentos a solas rodeada de desconocidos la hacían sentir como en casa, y es que tal vez su lugar no estuviese en ningún lugar.

Escribía con el propósito de sentirse en otros lugares, en sitios mejores. Con otras personas, con personas mejores. Había días que se sentía vacía y otros era la persona mas feliz del mundo. Leía para sumergirse en mundos desconocidos en los que todo era posible.

Le gustaba ver como entraba la luz del sol a través de las persianas medio cerradas. Y le gustaba observar las nubes y como se movían tan rápido, ójala ella pudiese moverse a esa velocidad.

Disfrutaba escuchando mil veces la misma canción, una y otra vez hasta que se aprendía las letras de memoria.

Soñaba con otras épocas, con historias inventadas, con otros lugares, con otras personas, con otros mundos, con el sol y con la luna y con las nubes y con las estrellas, y con canciones de melodías inconexas. Tan inconexas como ella que no sabia ni como era. Una chica inconexa con sueños inconexos, historias inconexas que dejaba a la mitad porque se encariñaba de sus personajes y no los queria abandonar. Ella misma se sentía como una melodía que aún no se había convertido en una canción.

Lía. Antes Celandine, y creedme ha sido muy difícil decirle adiós a Celandine pero ya era hora de avanzar.