martes, 29 de abril de 2014


Puertas cerradas escondiendo secretos bajo llave. Yo solía esconderme baja los sabanas de la cama, y encerré tu corazón en una caja de latón.
Cuando las primeras hojas cayeron de los árboles del parque del final de la calle, cuando cayeron te dejé ir, o te fuiste, no lo se. Pero me gusta pensar que tal vez te hubieras quedado si te lo hubiera pedido, o suplicado. A quien engañamos lo hice, te suplique, pero no te quedaste.
Las páginas en blanco de la mitad de la historia de nuestra vida. Un libro sin acabar, mas bien sin empezar.
La ultima noche de nuestra vida, acompañada por la luna mirándonos expectante desde las alturas. El ritmo de nuestros corazones era lo único que se oía. Y tras la paz vino la guerra. Ambos sabíamos que te ibas a marchar dejando el olor de tu perfume impregnado en mi piel.
Y dieron las 00:00 y ya no estabas. Frente a la puerta estaba tu dignidad, o tal vez fuera la mia, en forma de una postal de uno de nuestros muchos viajes. Ahora está junto a las demás en aquella caja de latón, aquella en la que una vez estuvo tu corazón.
Y no es mas que un recuerdo de lo que una vez fuimos, una sombra borrosa algo alejada de la realidad como una novela de ciencia ficción. En tu favor diré que no es fácil vivir con la chica de la sonrisa de cristal. La que se ahoga en lágrimas de café. La chica de mirada perdida tras unos ojos vidriosos.
Ahora que te has ido lo veo todo tan negro como tu pelo y tan gris como tus ojos. Y es que mi mundo cayó el día que te fuiste y ahora no hago otra cosa que sentarme frente a la puerta esperando a que vuelvas montado sobre tu vieja bicicleta. Aunque no creas que soy tan ingenua, se de sobra que no volverás, ni hoy, ni mañana, ni nunca. Porque las cosas buenas vienen en frascos pequeños y no vuelven, es la ley de la vida y yo lo he aprendido por las malas.
Una vez oí decir a alguien que si quieres a alguien déjalo libre. Y te deje libre. Y fue tu felicidad a cambio de la mia.









Celandine.

sábado, 5 de abril de 2014

Eras tu.  Era yo. Eramos Nosotros en esta enorme ciudad sin nombre. Eramos nosotros rodeados de personas sin nombre.
Era una noche sin luna ni estrellas. Y cuando salió el sol la magia desapareció. Noches de insomnio corriendo por las calles desiertas, entrando en bares sin identidad. Tu a mi lado, yo de tu mano. El viento nos acompañaba allí donde fuéramos como un viejo amigo nos saludaba en cada calle.
Y allí estábamos noche tras noche, viviendo nuestras pequeña aventura.
Ahora no estas, pero yo sigo saliendo cada noche. Te busco pero no te encuentro. ¿Sigues aquí? ¿Te has ido? No respondes, no contestas a mis llamadas, a mis gritos ni a mis lamentos.